
Tu propósito no sirve y tal vez no lo necesitas
16/04/2025 - Josué Proaño Coello
En el mundo del marketing y los negocios, cada cierto tiempo se pone de moda alguna filosofía o práctica. Hoy, le llegó el turno al Propósito de Marca. En los últimos doce meses he visto más empresas comunicar su propósito que en los nueve años anteriores como especialista en estrategia de marca. Algunas lo hacen con propósitos increíbles y bien redactados; otras, con versiones genéricas o sin mucho sentido, como: “Somos un (inserte aquí su industria o sector de preferencia) con propósito”. Pero ese no es el punto de este mensaje. El verdadero tema viene a continuación.
Cuando comenzó la fama del propósito, por un lado, me sentí increíblemente feliz y aliviado. Soy un fanático, aficionado, hooligan, believer del Propósito de Marca. Sé que esta filosofía puede aportar muchísimo valor a las empresas, pero sobre todo al mundo. Sin embargo, también sentí un sabor amargo. No porque algo que consideraba exclusivo se volvió popular, como esa canción que sentías tuya hasta que se volvió tendencia en TikTok, sino porque algo tan valioso y poderoso terminó convertido en la nueva “misión y visión” del 2025.
Y no me malinterpreten: la misión y la visión, igual que el propósito, pueden ser herramientas muy poderosas para una empresa. Pero muchas veces, y me incluyo, las hemos vivido como “El Cuadro de Recepción”, ese elemento decorativo que nos da la ilusión de que sabemos a dónde vamos y cómo vamos a llegar, aunque en realidad no cumpla ninguna función concreta.
Con el Propósito está ocurriendo lo mismo. Puede que ya no lo imprimamos y lo coloquemos en la entrada del negocio (o sí), pero ahí está: en la sección “Nosotros” de nuestra web, en un post de Instagram o en la descripción de LinkedIn. Igual que con la misión y la visión, sigue siendo un elemento decorativo. Un activo de marca que podría ayudarte a crecer, darte un norte, iluminar el camino en decisiones difíciles o ser la razón por la que empleados y clientes te eligen a ti y no a tu competencia, pero que en muchos casos se queda en una frase, más poética que práctica, guardada en un cajón sin abrir.
Tal vez viste la charla TED de Simon Sinek, hiciste un curso en Domestika, viste tutoriales en TikTok o contrataste a una agencia para desarrollarlo contigo. Hoy tienes un propósito redactado que quizá ni siquiera sabes para qué sirve o cómo se usa. El problema no está en su descubrimiento ni en su redacción, sino en su activación. Porque si un propósito no se activa, no sirve de nada. Es como tener un Ferrari estacionado en tu garaje, pero sin motor ni llantas.
Y la pregunta del millón es, ¿qué es activarlo? Pues es ponerlo, además de en un post, en práctica. Y si no hay como ponerlo en práctica, seguramente tienes que encontrar otro propósito. O si te esta yendo bien sin tener uno, tal vez no lo necesitas. El Propósito debería ser la brújula moral, la guía esencial de tu empresa, no la frase que te hace sentir moralmente correcto.
Así que no, tal vez no necesitas un propósito. Y si lo necesitas, tal vez tu propósito no sirva. Al menos no por sí solo, al menos no enmarcado en una pared, o escrito en tu desktop, o redactado en una página de tu sitio web. Lo que sirve es encontrar un norte visible y comprensible, y sirve sólo si estas dispuesto a alinear todas tus acciones, (las más ordinarias y las más extraordinarias) a ese norte. Lo que sirve es encontrar tu tribu, esa gente que se identifica con eso que piensa *y hace* tu empresa, y atraerlos a caminar juntos hacia ese norte común.
Si te interesa como activar tu propósito puedes leer el libro Activate Brand Purpose de Scott Goodson y Chip Walker, o puedes contactar a Parea y te ayudamos a encontrar un Propósito alineado a tus objetivos comerciales y totalmente activable.